7/02/2014

Perdona.

Perdona por servirte el café frío. Perdona por no recibirte como es debido y decirte que te tienes que ir, que ya habrá tiempo para rememorar los viejos tiempos; aunque en el fondo supiese que no era así. Perdona por dejar de contar las constelaciones de tu espalda, las muecas de disgusto que se dibujaban en tu rostro y perdona por no prestar atención a tus ojeras, avisándome que la tormenta había vuelto a conquistar tu corazón.

Perdona por decir que volvería y no volví,  pero entiende que no podía tirarme una vez más a una piscina vacía, dejar que las espinas de las rosas que plantaste en primavera, volviesen a clavarse en mi piel.

Me he pasado medio año pensando en cumplir mi palabra, en presentarme en tu casa a las dos de la mañana, con el café como a ti te gusta y la sonrisa que dijiste que nunca te olvidarías de ella.  He estado replanteándome regalarte otra vez mi corazón pero con fecha de devolución aun así no podría soportar de nuevo el dolor.

Perdona por no querer pasarme toda mi vida en tu cama, abrazando a tus miedos y reteniendo a tus monstruos en el olvido, mientras tú seguías en el bar de la esquina, bebiéndote la tristeza de un solo trago, ligándote a la camarera y dejando que yo por ti, superase tus propias pesadillas; y no.

No me perdones por no querer formar parte de tu caos; soy yo quien me tengo que perdonar por pensar en volver a él.

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3 comentarios:

  1. me he sentido tan identificada con este texto que sólo puedo clickear en el me gustó y releerlo una vez más.

    batidos de vainilla
    y crêpes

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  2. Me encanta tu forma de hacer magia con las palabras.
    Gracias por escribir.

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