Perdona
por servirte el café frío. Perdona por no recibirte como es debido y decirte
que te tienes que ir, que ya habrá tiempo para rememorar los viejos tiempos;
aunque en el fondo supiese que no era así. Perdona por dejar de contar las
constelaciones de tu espalda, las muecas de disgusto que se dibujaban en tu
rostro y perdona por no prestar atención a tus ojeras, avisándome que la
tormenta había vuelto a conquistar tu corazón.
Perdona
por decir que volvería y no volví, pero
entiende que no podía tirarme una vez más a una piscina vacía, dejar que las
espinas de las rosas que plantaste en primavera, volviesen a clavarse en mi
piel.
Me
he pasado medio año pensando en cumplir mi palabra, en presentarme en tu casa a
las dos de la mañana, con el café como a ti te gusta y la sonrisa que dijiste
que nunca te olvidarías de ella. He
estado replanteándome regalarte otra vez mi corazón pero con fecha de
devolución aun así no podría soportar de nuevo el dolor.
Perdona
por no querer pasarme toda mi vida en tu cama, abrazando a tus miedos y
reteniendo a tus monstruos en el olvido, mientras tú seguías en el bar de la esquina,
bebiéndote la tristeza de un solo trago, ligándote a la camarera y dejando que
yo por ti, superase tus propias pesadillas; y no.
No me perdones por no querer formar
parte de tu caos; soy yo quien me tengo que perdonar por pensar en volver a él.
me he sentido tan identificada con este texto que sólo puedo clickear en el me gustó y releerlo una vez más.
ResponderEliminarbatidos de vainilla
y crêpes
Me encanta tu forma de hacer magia con las palabras.
ResponderEliminarGracias por escribir.
Gracias a ti por leerme.
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